Updated February 21, 2023
¿Qué hacer ante un comportamiento desafiante?
A veces los niños pequeños hacen cosas que desearíamos que no hicieran. Puede tratarse de algo de lo que te reirás cuando sean mayores (como hacer "obras de arte" en la alfombra con crema para pañales) o de comportamientos que simplemente son desagradables, como morder o dar patadas. Los pequeños aprenden mucho de la forma en que respondemos a sus acciones, y Moments Together puede ayudarte con algunos consejos y sugerencias para estos momentos de cuidado difíciles.
Hablamos con la Dra. Chelsea Morris, profesora adjunta de primera infancia de la Universidad de Nuevo México. Tiene años de experiencia trabajando con familias y educadores de preescolar sobre conductas desafiantes. Además, tiene un hijo de dos años, así que lo está viviendo.
La Dra. Morris dividió sus consejos en tres categorías: Prevención, En el momento y Después del hecho:
- La prevención se refiere a los pasos que pueden seguir los cuidadores para evitar que lleguen a producirse conductas desafiantes. Cuanta más energía dediques a esto, mejor. Esto significa establecer rutinas predecibles para tu pequeño que le ayuden a reducir el estrés, así como saber qué desencadena el comportamiento difícil en tu hijo y mantenerlo alejado de esos desencadenantes tanto como sea posible.
- Las estrategias en el momento son cosas que puedes hacer cuando se está produciendo o acaba de producirse un comportamiento desafiante. Consisten en mantener la calma, identificar el comportamiento, y mantener a salvo a tu hijo y a los demás.
- Después del hecho es cuando puedes hablar con tu hijo sobre lo ocurrido, de acuerdo con su edad, decirle lo que te gustaría que hiciera la próxima vez y darle una explicación sencilla (no un sermón) sobre las razones de tus normas y expectativas.
Pero sabemos (¡y la Dra. Morris lo sabe!) que es más fácil decirlo que hacerlo. Así que aquí tienes algunos ejemplos de cómo afrontar situaciones difíciles con niños pequeños de distintas edades.
Del nacimiento a los seis meses
¿Los bebés pueden llegar a portarse mal? Sí y no. Los bebés de esta edad no ponen a prueba tus límites ni te piden un bizcocho, eso viene después. Sin embargo, puedes crear condiciones y rutinas que los guíen hacia comportamientos que te gusten (arrullos adorables) y los alejen de comportamientos que no (jalarte el pelo con todas sus pequeñas fuerzas).
Prevención
A esta edad, la prevención significa establecer rutinas predecibles para que tu bebé duerma lo suficiente, coma lo suficiente y esté seco y cómodo.
En el momento
Recuerda que tu bebé está aprendiendo sobre el mundo o intentando comunicarse. A esta edad, los bebés lloran porque tienen hambre, están cansados, incómodos o quieren conectar contigo. Te jalan el pelo simplemente para ver qué pasa. Tu estrategia número uno es intentar mantener la calma (exteriormente), aunque lleves tres días sin dormir, e intentar satisfacer las necesidades de tu bebé. Nunca lo sacudas ni le des palmadas. Si notas que estás perdiendo la calma, deja al bebé en un lugar seguro y tómate un descanso para calmarte.
Después del hecho
Tu bebé es demasiado pequeño para tener una conversación sincera sobre tus expectativas. No obstante, tómate un tiempo para comprobar cómo te sientes y si cuentas con el apoyo que necesitas. Si te sientes abrumado, Nuevo México ofrece apoyo de visitas a domicilio a cualquier familia de Nuevo México con un nuevo bebé sin costo alguno.
De los 6 a los 18 meses
Cuando tu bebé empieza a moverse, las cosas cambian. Cuando le salen los dientes, las cosas cambian aún más.
Prevención
Los niños en esta etapa se van volviendo más independientes y, de acuerdo a la Dra. Morris, la prevención es fundamental para este grupo: "Creo que el consejo número uno es eliminar las situaciones que puedan dar lugar a un mal comportamiento, cosas como asegurarse de que tu casa es segura", dijo. Es casi seguro que acabarás gritándole a tu hijo si derriba la colección de figuritas Precious Moments de tu abuela, así que asegúrate de que estén bien guardadas y fuera de su alcance. Si tu hijo puede explorar tu casa con libertad y seguridad, tus conflictos con él serán menos frecuentes.
En el momento
Toda esta prevención es importante, pero también es cierto que no siempre va a funcionar. Te encontrarás en el momento con tu hijo, haciendo frente a un comportamiento desafiante. Si tu hijo le está haciendo daño a alguien, retíralo de la situación inmediatamente y con calma. Utiliza palabras claras y sencillas para describir lo ocurrido, como: "Vi que mordiste, y morder no es seguro". No impongas mayores consecuencias a esta edad; una consecuencia natural podría ser que, si un niño muerde en el patio de recreo, eso significa que es hora de irse y se acabó el tiempo de juego. Si el comportamiento es menos grave, redirigir la atención del niño puede ser una buena estrategia ("En vez de desenrollar todo el papel higiénico, leamos un libro").
Después del hecho
La enseñanza después del hecho es limitada a esta edad. Tu hijo difícilmente puede relacionar un comportamiento por la mañana con una consecuencia o una conversación más tarde. Sin embargo, puede que tengas que afrontar comportamientos desafiantes de los que no eres testigo, como un incidente en la guardería. En ese caso, la Dra. Morris dice que puedes trabajar con el profesor de tu hijo para comprender la situación que provocó el comportamiento y buscar ideas para evitarlo la próxima vez. En caso de que llegues a hablar de ese comportamiento con tu hijo, considera la posibilidad de realizar una actividad que genere empatía hacia la persona que sufrió el daño. Por ejemplo, podría hacer un dibujo para el niño que haya resultado herido por sus acciones.
De dos a tres años
Ahora estamos en la edad en la que pueden empezar las verdaderas rabietas, y la etapa que vive actualmente la Dra. Morris. Aunque tiene un doctorado en comportamiento infantil temprano, aun así esto le resulta difícil, así que estás en buena compañía. A riesgo de repetirnos, la prevención sigue consistiendo en gran parte en establecer rutinas predecibles.
Prevención
"Cuanto más predecible sea un entorno, menos conductas verás", dice la Dra. Morris. Los niños de esta edad buscan independencia y control, y puedes ayudarlos dándoles opciones. Deja que elijan entre sus camisetas moradas y naranjas por la mañana, o pon sus platos en un estante bajo y deja que elijan el que quieren usar para cenar. Asegúrate de limitar sus elecciones a opciones con las que estés de acuerdo (no digas: "¿Vamos a la tienda?" si no estás de acuerdo en no ir).
En el momento
A veces puedes evitar una crisis total si observas el lenguaje corporal de tu hijo. La Dra. Morris dice que puedes decir algo como: "Veo que te estás enojado. Tus hombros me dicen que esto te hace sentir mal... Respiremos hondo. Escojamos algo de nuestra caja de calma". ¿Qué es una caja de calma? Teníamos la misma pregunta. Según la Dra. Morris, es un lugar para cosas que puedan tranquilizar a tu hijo, como una pelota blandita, su peluche favorito o una botella de agua con purpurina que se vea genial cuando la agitas. Suena bien. Pero ¿y si pasaste por alto el momento en que los hombros de tu hijo empezaron a tensarse y ahora está lanzando un juguete por la habitación? La Dra. Morris dice que una crisis en curso es un momento terrible para intentar enseñarle algo a tu hijo. Está demasiado angustiado para escuchar o aprender, y tu trabajo consiste en mantenerlo a salvo y acompañarlo mientras se calma. Y se calmará.
Después del hecho
Cuando tu hijo se haya calmado del todo, puedes tener una breve conversación con él sobre sus sentimientos. No lo sermonees, sino que ayúdalo a identificar los sentimientos que hay detrás de sus acciones y a idear estrategias para la próxima vez. ¿Estaba enojado? ¿Por qué estaba enojado? ¿Qué podría intentar hacer la próxima vez que ocurra? Haz hincapié en lo que quieres que haga tu hijo, no en lo que no quieres que haga. Por ejemplo, podrías decir: "La próxima vez que alguien entre en tu espacio, puedes decirle que se detenga y se vaya a otra parte del patio de recreo". Pueden incluso practicar, para que tu hijo se sienta preparado para la próxima vez.
De cuatro a cinco años
Ahora, según la Dra. Morris, empiezan a verse los resultados. El comportamiento de los niños a los cuatro y cinco años depende mucho de si se les ha enseñado a identificar y gestionar sus emociones en esos primeros años. Pero ¡no es demasiado tarde! Tus reacciones y elecciones siguen teniendo una enorme influencia en el comportamiento de tu hijo.
Prevención
En esta etapa, tus estrategias de prevención pueden ser más complejas. Ahora los niños pueden responder bien a una tabla de comportamiento en la que ganen pegatinas u otras recompensas por portarse bien o completar tareas. Puedes leer libros sobre personajes con comportamientos diferentes y hablar de ellos, o planear algunas estrategias de antemano antes de un largo día de viaje.
Pero seguirá teniendo comportamientos difíciles. Dependiendo de cada niño, puede tratarse de crisis, gimoteos (muchos gimoteos) o comportamientos físicos como lanzar cosas o empujar.
En el momento
El consejo aquí te va a sonar familiar: mantén la calma, protege a tu hijo y ayúdale a calmarse sin ceder a sus exigencias. Por suerte, puedes hablar con los niños mayores más fácilmente sobre lo que les molesta y llegar a la raíz del problema.
Después de los hechos
Hablar con tu hijo después de los hechos es útil en esta fase, porque ya es lo bastante mayor como para reflexionar sobre el pasado. Cuando se haya calmado, pueden sentarse juntos, proponer ideas para la próxima vez y recordarle tus normas y expectativas. Los niños de esta edad también pueden relacionar sus acciones con las consecuencias, pero estas deben seguir estando lógicamente relacionadas con su comportamiento. Por ejemplo, si ha pasado 30 minutos negándose a bañarse, ya no hay tiempo para jugar en la bañera y lo único que va a poder hacer es bañarse.
Algunas cosas que no hay que hacer
La Dra. Morris también mencionó algunos métodos habituales que no funcionan:
Los expertos nunca recomiendan en primera infancia la disciplina física, como pegar o sacudir a un niño, y esta no mejorará su comportamiento a largo plazo. Puede que un niño haga caso la primera vez que le das una palmada, pero a la larga le enseña que pegar a veces está bien, y no le enseña a comprender y gestionar las causas profundas de su comportamiento.
Gritar es otro método que, según los expertos, hace más mal que bien. Aunque muchos adultos crecieron recibiendo gritos, un cuidador que grita tiende a alterar más al niño y hace que le resulte más difícil calmarse y superar una crisis o un mal comportamiento. Y, si ocurre a menudo, simplemente lo ignoran.
El engaño solo funcionará al principio. Si estás intentando salir del parque y tu hijo no quiere acompañarte, resiste el impulso de decir: "¡Bien, voy a dejarte aquí!". Esto socava tu credibilidad ante tu hijo, que o bien sabe que no lo harás, o bien pronto aprenderá que no lo harás. Y entonces volverás al duro trabajo de mantener la calma y catalogar tus emociones.
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